De estilo neoclásico, fue construido a la manera de los palacios renacentistas italianos: con cuatro crujías en torno a un patio central porticado. El edificio destaca por sus muros almohadillados y por las altísimas palmeras que flanquean su fachada principal.
Fruto del auge económico que experimenta la ciudad durante la segunda mitad del siglo XVIII, se decide construir un nuevo edificio como aduana para atender su importante tráfico comercial, dado lo pequeño del hasta entonces existente. Con noble aspecto de palacio renacentista-barroco, su construcción se comienza en el año 1791 tras la demolición, en 1788, de gran parte de las viejas murallas de la ciudad en esa zona; paralizándose las obras en 1810 debido a la situación generada en el país por la Guerra de la Independencia Española.
En 1826 las obras se reanudan bajo la dirección del arquitecto Pedro Nolasco de Ventura, el cual modifica en parte los planos primitivos, llegándose a su conclusión en 1829 bajo la intervención del Consulado Marítimo y Terrestre. Posteriormente fue Real Fábrica de Tabaco y Subdelegación del Gobierno en la Provincia. El edificio sufrió un grave incendio en la madrugada del día 26 de abril de 1922, en el que 28 personas del personal subalterno que vivían en la buhardilla fallecieron, por quemaduras, asfixia o saltos al vacío. El edificio perdió la mansarda en aquel incendio.
En 1826 las obras se reanudan bajo la dirección del arquitecto Pedro Nolasco de Ventura, el cual modifica en parte los planos primitivos, llegándose a su conclusión en 1829 bajo la intervención del Consulado Marítimo y Terrestre. Posteriormente fue Real Fábrica de Tabaco y Subdelegación del Gobierno en la Provincia. El edificio sufrió un grave incendio en la madrugada del día 26 de abril de 1922, en el que 28 personas del personal subalterno que vivían en la buhardilla fallecieron, por quemaduras, asfixia o saltos al vacío. El edificio perdió la mansarda en aquel incendio.
Tras décadas como subdelegación del gobierno en Málaga, desde el año 2009 hasta 2014 se llevaron a cabo las obras de rehabilitación del Palacio para cambiar su uso como nueva sede del Museo de Málaga, que aglutinaría entre sus muros las colecciones de los Museos de Bellas Artes y Arqueológico malacitanos.
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